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Yo no como comida basura. ¿Estás seguro?

 

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¿Comida basura? ¿Hamburguesas, pizzas, patatas fritas…? Deja, deja, yo no como esas cosas. Yo cuido mi alimentación. Yo trato de comer lo más sano posible.

Pero, ¿y si comidas con cierto «halo saludable» también fueran comida basura? A tí, sobre todo, que intentas hacer un esfuerzo por comer bien, sano, que estás concienciado con el impacto que la alimentación tiene en la salud, que has cambiado el refresco y la bolsa de  patatas fritas por el agua vitaminada y la bolsa de  chips de manzana, a tí que procuras comprar la versión «light» para no engordar, es a tí sobre todo a quien va dirigido este artículo.

¿Qué es lo que la comida basura tiene en común? Un valor nutricional nulo o casi nulo. Comidas en las que predominan 3 ingredientes con un gran poder de seducción: azúcar, grasa y sal. Combinados entre sí en distintas cantidades, proporciones y  formas. Aunque sorprendentemente, la comida no parezca ni sepa dulce, ni salada ni grasa. El azúcar no sólo endulza sino que sustituye a ingredientes más caros, la grasa le aporta palatabilidad y la sal ayuda a  potenciar o enmascarar un sabor. Además de ser necesarios para preservarlos con el fin de que puedan consumirse semanas o meses después de su fabricación. Ya véis, con estos 3 elementos básicos se abre todo un arsenal de posibilidades para elaborar distintos productos, cómodos y fáciles de usar que se adapten mejor a nuestro estilo de vida.

En el libro «Sal Azúcar Grasa», traducción literal de su título original en inglés, Salt Sugar Fat, (aunque el título en español es «Adictos a la comida basura»), su autor, el periodista de investigación Michael Moss, nos cuenta los procesos de elaboración y puesta en el mercado de muchos productos alimentarios (comidas y bebidas) que están presentes en nuestra alimentación. Productos ajustados a nuestras necesidades, fáciles de preparar,  prácticos, cómodos, limpios, divertidos y sobre todo ricos, claro, para que sigamos consumiéndolos. Para ello, un equipo formado por distintos profesionales, desde investigadores, pasando por diseñadores de producto, hasta catadores, trabajan para encontrar la combinación perfecta de azúcar, sal y grasa hasta conseguir el producto que recibirá nuestra aprobación y aceptación. Luego un buen etiquetado y una estupenda campaña publicitaria nos darán a conocer el producto que nos parecerá perfecto. ¡Pedid y se os dará!

¿Que mi niño tarda un siglo en desayunar y yo tengo mucha prisa? Pues ahí tenemos un todo en 1: leche, cacao, cereales y fruta. Unos sorbitos y listo.

¿Que mi hijo va a comer solo en casa? Pues que no me manche la cocina. Algo ya preparado para meter al microondas, o algo ya preparado a lo que añadir solo agua, y listo.

¿Que nos empezamos a concienciar que el exceso de grasa es malo? Pues se la reducen y aumentan el contenido de azúcar o de sal o de ambos, para que no pierda ni un ápice de su atractivo. Y es que si se reduce uno de los 3 ingredientes fundamentales, se tienen que aumentar los otros 2 porque si no, no habría quien se lo coma.

¿Que tiene mucho azúcar y ahora nos estamos concienciando del peligro del exceso de azúcar? Pues ya sabéis, a reducir el contenido en azúcar y a aumentar grasa y sal.

¿Que quiero un postre más especial pero una tarta me parece excesiva? Pues me invento un producto que parezca yogur (vasito, cucharilla, junto a los yogures en el súper).

¿Que quiero un producto «sano»? pues le añaden vitamina C o vitamina D o hierro o zinc o cromo o cualquier otra vitamina o mineral. Incluso hay productos que llevan algo más exótico como el baobab (recordemos que el baobab es el árbol de la novela «El Principito»; ¿será  casualidad lo de añadir un extracto de ese árbol ahora que está la película en los cines?). Porque, aunque lleven vitaminas, minerales, fibras…las cantidades son tan insignificantes que no nos aportan nada que realmente valga la pena, pero funcionan fenomenal como reclamo.

¿Cómo no va a ser atractiva la comida basura? Si es cómoda, fácil, limpia (no hay que manchar mucho), y… además está rica. Ese es el gran problema para nosotros. Que está rica, porque está diseñada para ello, para que nos guste, y en algunos caso hasta crea adicción. Pero…hay un problemilla, y es que nuestro organismo no ha sido diseñado para lidiar con la comida basura. Lo concebido como ocasional ha arrasado y se ha convertido en habitual, y nuestro organismo se ha descontrolado: obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hígado graso…, todas ellas consecuencia de una mala alimentación. ¿Creéis que exagero? Ojalá.

Fijaos cómo empieza el libro. El libro comienza con el relato de una reunión secreta (sin periodistas, sin actas, sin grabaciones) e inusual que tuvo lugar el 8 de Abril de 1999 en Mineápolis (EEUU). Se reunieron 11 hombres, jefes de las mayores empresas alimentarias de EEUU. En el orden del día había un solo punto: «La epidemia emergente de obesidad y cómo actuar frente a la misma». La idea de que ellos y sus empresas habían tenido una responsabilidad crucial en la creación de aquella crisis de salud. Y la reunión terminó de manera brusca cuando uno de los asistentes expresó claramente que su empresa no daría marcha atrás. Su postura fue tan fuerte, tan convincente y, claro, tan reconfortante para los otros ejecutivos que nadie más buscó contrarrestar la actitud expresada. ¡Y eso fue ya hace 17 años!

Permitidme que os proponga un plan ameno y entretenido. ¿Qué os parece si nos convertimos en espectadores de las batallas y guerras que se traen entre la distintas empresas alimentarias para captar nuestra atención y aumentar sus ventas?  Es divertido. Fijaos en los anuncios, a ver quién supera lo del baobab (¿cual será el siguiente árbol de donde saquen un extracto que añadir a algún producto?).

Sea lo que sea lo que elijamos, para comer o para beber, ya sea comida basura, comida sana o pseudosana, estaría bien saber qué es lo que elegimos, ¿no?

Y ya para terminar, en el libro se trata además de otras cuestiones interesantísimas como qué hacer con los excedentes de la grasa que sobra al descremar la leche, cómo relanzar un producto caído en desgracia, cómo atraernos hacia un determinado producto ampliando su gama, y las diferentes estrategias que utilizan para captar nuestra atención: líneas de consulta en las que responde una supuesta experta recomendando algún producto…. muy interesantes desde el punto de vista de la lucha empresarial.

Si os ha interesado el tema, pinchando sobre los siguientes títulos podéis leer artículos relacionados con este tema:

Comida basura, ¿adictiva?

¡Ojo con los azúcares ocultos!

A vueltas con el azúcar

¡A cocinar!

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  3. […] Mucho menos cuando lo que se come es supuestamente buenísimo. Os recomiendo leer los artículos: “Yo no como comida basura, ¿estás seguro?”, y […]

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