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El ejercicio físico no compensa una mala alimentación

No cabe duda de que la práctica de ejercicio físico habitual aporta numerosos beneficios a nuestra salud: pero, ¿realmente ayuda a adelgazar? Y si es así, ¿en qué medida?

En un artículo publicado en el British Journal of Sports Medicine (podéis leerlo pinchando aquí), el Dr. Aseem Malhotra describe como cura milagrosa la práctica de 30 minutos de ejercicio moderado cinco días por semana, ya que reduce el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2, demencia y algunos cánceres al menos en un 30%. Pero, también advierte de que la actividad física no sirve para contrarrestar la mala alimentación ni para compensar una ingesta elevada de calorías. Por ejemplo, si nos comemos 4 galletas de estas, es decir, unas 276 kcal, tendríamos que andar aproximadamente 45 minutos para quemarlas.

Y cuántas veces después de hacer algo de ejercicio nos hemos dado algún capricho pensando: ¡como he quemado tanto…!

Hay veces en las que por mucho ejercicio físico realizado, si no se controla la comida, se puede incluso engordar. Seguramente, también vosotros conoceréis casos de aumento de peso tras realizar el Camino de Santiago, ¿no?

Según el Dr. David Katz de la Universidad de Yale, puede haber casos extremos en los que atletas de élite quemen más calorías con sus entrenamientos de las que consumen, pero para la mayoría de nosotros los quehaceres cotidianos (trabajo, estudios, tareas de casa…) limitan las calorías que podemos quemar con el ejercicio físico diario. Así que no nos equivoquemos, si después de hacer ejercicio (que no quema tanto) nos atrevemos a comer algo más, adiós beneficios, porque incluso podemos llegar a engordar.

Y es que a veces da la sensación de falsa seguridad, como si tuviéramos un «colchoncito» por el mero hecho de haber hecho ejercicio, o a veces incluso por habernos apuntado al gimnasio, o pagado la cuota. A la hora de hacer ejercicio, unos se inclinan por acudir a unas instalaciones deportivas y así de paso socializar un poco, y para otros supone un agobio pensar en cargar con la bolsa, salir de trabajar y tener que ir al gimnasio; para estos últimos también está la posibilidad de no coger el ascensor, hacer desplazamientos andando en lugar de en coche o en bus… (mejor que nada…)

Como os decía al principio, no hay dudas sobre las bondades del ejercicio físico: disminuye el riesgo cardiovascular, el estrés, la ansiedad, ayuda a mejorar los niveles altos de glucosa, colesterol, a bajar la tensión arterial alta, aumenta el metabolismo, tonifica la musculatura, ayuda a manejar la ansiedad, el estrés… pero si no hacemos cambios en la dieta, no es suficiente para perder peso.

La realidad es que para bajar peso no basta sólo con el ejercicio; mientras que sólo con dieta, podemos conseguir bajar peso, lo ideal es combinar dieta más ejercicio físico porque mejoran los resultados.

Conclusión: Un estilo de vida saludable incluye tanto una buena alimentación como la práctica de ejercicio físico habitual.

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