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Un día en una cámara metabólica

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¿Por qué engordo con tanta facilidad? ¿Por qué me cuesta tanto adelgazar? ¿Es mi metabolismo lento? ¿Cuánto quemo? ¿Cómo podría hacer para que mi metabolismo fuera más rápido?

Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos cuando nos planteamos adelgazar. Y, claro, la respuesta que nos viene es que tenemos un metabolismo lento, ¿verdad? «¡Cómo me gustaría a mí que me midieran el metabolismo!» es un deseo que oigo con relativa frecuencia en la consulta. «Sería fantástico poder saber «mi» metabolismo».

Y sí, el metabolismo se puede medir, en una cámara metabólica.

Qué es una cámara metabólica

Cámara metabólica… Cámara metabólica… Suena un poco a ciencia ficción, ¿no? Pero, ¿qué es una cámara metabólica? Pues una cámara metabólica es una habitación austera de mobiliario y rica en aparatos de medición, para estudiar el metabolismo de una persona.

Una cámara metabólica es «lo más» para medir el metabolismo. Durante todo un día, una persona vive en una habitación en la que solo hay una bici estática, un retrete, una cama, una ventana de plexiglás y una cámara de vídeo en el techo. A la persona que se le estudia lleva un aparato para tomar datos del corazón y un acelerómetro en la muñeca, otro en la cintura y otro en el tobillo para medir cada movimiento realizado. Y todas las calorías consumidas están controladas puesto que se miden hasta las calorías de las sobras de la comida.

Todo controlado. Con estos estudios los investigadores tratan de entender más sobre obesidad, diabetes… y para ello estudian tanto a personas «normales» como a personas con distintos grados de sobrepeso.

¿Sabéis que solo existen en el mundo unas 30 cámaras metabólicas? No parece probable que tú o que yo podamos acceder a un estudio de estos, pero sí que tenemos el testimonio de una periodista que ha tenido la «suerte» de vivir 23 horas en la cámara metabólica.

23 horas en la cámara metabólica

Esto es lo que nos cuenta la periodista:

«Me hacía ilusión participar en este estudio pero no solo por contribuir a la ciencia, sino por una curiosidad muy egoísta. De pequeña, mis dos hermanos y muchos de mis amigos podían comer un montón de chucherías y comida basura sin engordar, a diferencia de lo que me pasaba a mí comiendo lo mismo. En la actualidad, mi marido puede comer unos platazos enormes de pasta y sigue delgado. Sin embargo yo, engordo fácilmente cuando no me cuido mucho, a nada que me despisto, cojo peso. Siempre he pensado que la culpa de ello es que tengo un metabolismo lento y esa es la causa de mi eterna lucha por controlar mi peso. Así que poder participar en este estudio suponía poder responder a estas cuestiones sobre mi cuerpo. Durante todo ese día, me estuvieron controlando lo que comía, lo que me movía, el ejercicio que hacía en la bici, si estaba leyendo o solo descansando, lo que dormía… me hicieron varios análisis de sangre, electrocardiogramas…»

Conclusiones

«Los resultados me sorprendieron mucho. Eran completamente normales. Es decir, mi metabolismo era normal para una persona de mis características: sexo, edad, altura, peso… No tenía un metabolismo lento como siempre había creído, no. ¡Mi metabolismo es normal!  Las 405 calorías quemadas durante mis 90 minutos en la bici estática eran lo esperable, aunque eran menos de lo que se anunciaba en las clases de spinning y suponían solo el 17% de las calorías quemadas a  largo del día, menos de lo que yo pensaba. ¡En 90 minutos de bici! El resultado de este experimento me sorprendió.

(Tenéis el artículo completo en este enlace: https://www.vox.com/2018/9/4/17486110/metabolism-diet-fast-weight-loss )

Y es que para el tema del peso, de engordar o adelgazar, no solo hay que tener en cuenta el metabolismo, sino que son varios los factores que entran en juego y que tienen que ver con la variación individual (características diferentes de cada persona):

  • El metabolismo. No es algo estático, es decir, el metabolismo aumenta o disminuye en respuesta a condiciones y comportamientos sobre los que no tenemos control. Lo que se mide en unas condiciones tiene validez en esas condiciones. Por ejemplo, una exposición al frío mientras se duerme hace que se gasten más calorías en generar calor, que se ajustan otra vez en cuanto se deja de pasar frío. Así que tampoco los «aceleradores» del metabolismo (las guindillas, el té verde… y todos esos productos o dietas que supuestamente aceleran el metabolismo) marcan la diferencia.
  • La genética. Por una parte, puede ser responsable de que a mí me gusten más los dulces y las comidas que «engordan» y por otra, puede que haya vías distintas en personas que mantienen el peso con facilidad. Lo que podría ser una ventaja en esta época de abundancia de comida sería una desventaja en períodos de hambruna.
  • La microbiota. Todos esos microbios que tenemos en el organismo. Por simplificar, hay microbios que pueden favorecer el aumento del peso y hay otros que pueden proteger del aumento del peso. Y que haya más microbios de uno u otro tipo depende también de nuestra alimentación.
  • El dormir. Las horas y la calidad del sueño también influyen.
  • El manejo del estrés

Así que, ¿por qué si comemos lo mismo yo engordo y tú no? No solo es cuestión de metabolismo. Tendremos que esperar a poder integrar los conocimientos derivados de diversos campos de investigación. Y mientras tanto, si sé que engordo con facilidad tendré que aprender a cuidar mi alimentación.

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