Pierde el miedo a comer: a comer apetecible, a comer a gusto, a comer rico. ¡Disfruta de lo que comes!
¿Has sentido en alguna ocasión miedo a comer unas apetitosas alubias, una rica ensalada bien aliñada (con aceite, vinagre y sal) o una deliciosa pantxineta?
Los miedos a comer
¡Cómo me gustaría disfrutar de lo que como!
Por desgracia, este comentario es bastante recurrente en la consulta. Como si el concepto de comer bien, sea para adelgazar o no, estuviera reñido con disfrutar de lo que comes.
Los miedos a comer ciertas cosas reflejan, en la gran mayoría de las ocasiones, un miedo a engordar, como si comer algo que no te guste mucho o algo triste fuera el antídoto.
El origen de estos miedos hay que buscarlo en unas dietas basadas en conceptos anticuados que hoy sabemos erróneos pero que como coinciden con una cierta lógica están muy arraigados y son difíciles de erradicar.
El listado de los diferentes miedos es extenso. Aquí traigo los más habituales:
- miedo a comer legumbres: alubias, garbanzos… «Es que los hidratos…» «Es que tienen muchas calorías…» Si, las legumbres tienen hidratos de carbono, proteínas, grasas, fibra, vitaminas, minerales, antioxidantes… muchos tipos de nutrientes que se van a complementar con los de otros alimentos. Y en cuanto a las calorías, olvídate de ellas que el cuerpo trabaja con nutrientes, no con calorías (como te decía más arriba, concepto anticuado)
- miedo a comer pasta (aplica lo anterior)
- miedo a comer plátano (aplica lo anterior)
- miedo a comer una ensalada bien aliñada con aceite. «Es que el aceite es grasa pura y calorías…». Sí, el aceite es grasa pura, solo que con distintos tipos de grasas y además un buen aceite de oliva virgen extra aporta polifenoles (antioxidantes); nutrientes todos ellos necesarios para un buen estado de salud.
En definitiva, miedo a comer algo que me gusta, algo que me resulte sabroso o apetecible, miedo a comer comida, a saciarnos, a no pasar hambre, a comer rico.
Los «no miedos»
Los «no miedos», el mundo al revés.
- no miedo a comer una ensalada triste, casi sin aliñar pero con cebolla caramelizada, taquitos de jamón, salsa balsámica o salsa oriental.
- no miedo a batidos verdes (ojo, que tomarlos a menudo puede producir piedras en el riñón).
- no miedo a zumos detox.
- no miedo a comer unas galletas inmundas tipo serrín prensado.
Como te decía, el mundo al revés: miedo al placer de comer algo rico, sabroso, apetitoso y «no miedo» a comer algo triste, insípido y desagradable al paladar.
Hay tantos miedos a comer como «no miedos» ante determinadas comidas. Lo que tienen en común, como te decía antes, es que están basados en conceptos erróneos.
Comida/cena con amigas
Y para terminar, vamos con el miedo a comer a gusto. Vamos a ponernos en una situación muy reconocible: una comida o una cena entre amigas.
Primero, me gustaría que leyeras este párrafo del libro «Las palabras justas» de la escritora Milena Busquets:
Las mujeres de mi edad cuando salen a cenar se parten una ensaladita, unos mejillones y un postre. No me atrevo a decir que me gustaría tomarme un plato entero yo sola como la gente normal para no parecer gorda. Pero llego a casa muerta de hambre y a la mañana siguiente desayuno como un deportista olímpico. A ellas les debe de pasar lo mismo porque no están más delgadas que yo.
¿A que reconoces la situación?
Eso de pedir cosas para compartir (una ensaladita, unos mejillones y un postre) en lugar de pedir cada una lo que más le apetece comer. Como si pedir un plato de pasta boloñesa (que es lo que hoy me apetecería) fuera una aberración y comer un pedacito de empanada, unas hojas de rúcula, un humus con un trozo de zanahoria y otro de pimiento y un pedacito de volcán de chocolate fuera la mejor elección del mundo. Como dice Milena, la receta perfecta para llegar luego a casa muerta de hambre.
Y no, no es que compartir esté mal, solo que a lo mejor no todas tenemos los mismos gustos o las mismas preferencias o a lo mejor yo no tengo el día hoy para compartir un hummus porque tengo antojo de lasaña. Y mejor me como esa lasaña a gusto y me evito las correspondientes galletas al llegar a casa muerta de hambre.
Pierde el miedo a comer
Pierde ese miedo a comer apetecible, a comer a gusto, a comer rico. Come agradable, come sabroso, come atractivo y…
¡Disfruta de lo que comes!
Sí, aun queriendo adelgazar, olvídate de comer triste.
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