Aceite de palma, ¿el nuevo malo?

 

Los malos de la película: las grasas trans artificiales, los azúcares, los sustitutos del azúcar, y ahora ¿el aceite de palma?

Pero… si la palma es una planta. ¿Y no era que los aceites vegetales eran buenos?

Empecemos. Durante muchos años se consideraba que toda la grasa era mala: Alto aporte calórico, implicada en el sobrepeso, el aumento del colesterol, predisposición a enfermedades cardiovasculares, etc. Más adelante, se empezó a diferenciar entre grasas saturadas tipo mantequilla, grasa de la leche, de la carne, del huevo (las de procedencia animal) e insaturadas, las que provienen de vegetales. Y como la ciencia de la nutrición va avanzando, con lo que sabemos a día de hoy, a grandes rasgos podríamos hacer la siguiente clasificación:

  • Grasas saturadas: Las de origen animal no transformadas (carne, huevo, leche) parece que ya no son tan malas ni se desaconsejan (podéis leer más sobre ello pinchando sobre el título  «¿Descremados? ¿Enteros?«).             Sin embargo, las grasas saturadas presentes en el aceite de palma se sabe que podrían favorecer distintas enfermedades metabólicas, y que además su procesamiento produce sustancias que favorecen daños en el material genético.
  • Grasas insaturadas. Mono y poliinsaturadas. Presentes en los distintos aceites vegetales, en el pescado y en los frutos secos.
  • Grasas trans artificiales. Hablé de ellas en este artículo: Grasas trans artificiales – «las malas». Poco a poco se están remplazando por aceite de palma (¿Vamos de Guatemala a Guatepeor?).

              ¿Cómo sabemos dónde está el aceite de palma?

Pues leyendo el listado de ingredientes. ( «¿Qué mirar en el etiquetado de los productos alimentarios?»)

Con el aceite de palma pasa como con el azúcar, que se utilizan también derivados de ellos y que los podemos encontrar con nombres diferentes (pistas para buscarlo: en la lista de ingredientes, palabras que empiecen por palm o directamente por su nombre de especie, Elaeis guineensis).

¿Y por qué ahora se usa tanto? Fundamentalmente por sus características de consistencia y untuosidad. También es un ingrediente muy barato que resulta ser muy buen sustituto de la grasas trans artificiales (cuyo uso tiene los días contados). Antes se disimulaba como aceites vegetales, pero ahora la legislación obliga a especificarla en el etiquetado.

                             ¿En qué productos se encuentra?

Creo que con lo que vamos sabiendo ya, lo habéis deducido. Sí. En los productos ultraprocesados. Incluso en esos en los que el reclamo del envase es: 0 azúcares, sin gluten, artesano, natural, de la abuela…

Los productos que llevan los integrantes principales de esta «banda de gánsteres», aceite de palma, azúcares, grasas trans artificiales y sal, fueron concebidos para consumo ocasional. Sin embargo, en la actualidad se han convertido en productos de diario y su disponibilidad y sobreconsumo favorecen no sólo el sobrepeso y la obesidad sino también enfermedades cardiovasculares, diabetes, e hígado graso no alcohólico. Incluso para algunos resultan hasta adictivos («Comida basura, ¿adictiva?»).

Con todo lo que se ha hablado en las últimas semanas sobre el aceite de palma, algunos en la consulta me habéis comentado:

«Menos mal que los productos que llevan aceite de palma me los has desaconsejado desde el principio».

Sí, os los desaconsejo tanto a los que queréis adelgazar como a los que venís a aprender a llevar una alimentación más saludable. Y sobre todo a los que elegís productos con un «halo saludable», creyendo que es menos comida basura. («Yo no como comida basura. ¿Estás seguro?»).

Cuando vayáis a comprar algo recordad mirar no solo el reclamo del envase sino el listado de ingredientes. Es probable que poco a poco la publicidad se olvide de estos ingredientes y ponga el foco en otros reclamos. Como siempre os digo, si váis a comer o beber algo que sabéis que no es muy saludable, seguid el criterio: lo como o lo bebo porque me encanta.

Si queréis saber más, aquí os dejo unos artículos relacionados con este tema:

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