Hoy te saltas la dieta. (Porque lo digo yo)
«Hoy te saltas la dieta». (Porque lo digo yo. Porque lo decido yo. No tú.)
¿Os suena? A veces ni siquiera te dicen hoy te saltas la dieta (la de adelgazar), sino que directamente te ves «obligado» a saltártela. ¿Alguna vez os habéis sentido boicoteados cuando maldita la gracia que te dinamiten tus esfuerzos pero te ves «obligado» a ello? Es una situación muy habitual, una situación en la que no se nos respeta, en la que se nos arrincona, en la que otra persona decide por nosotros ¿Os habéis sentido así de avasallados alguna vez? Pinchando aquí podéis leer el artículo en el que hablo de ello: «No boicotees mi dieta por favor».
Acabo de empezar a leer un libro de relatos. Aquí, una muy breve descripción (física) de los protagonistas:
» El hijo del profesor Torralba, físicamente había salido a él…»
«La madre era una mujer delgada y rubia…»
Sin embargo, el padre, el profesor Torralba era un hombre «con cierta tendencia a engordar. Le gustaba comer, y le gustaba comer cosas que engordan, como embutidos y croquetas. El niño era fofo como él…»
Resulta que el niño, Pablo, es víctima de acoso escolar, bullying. La madre de otra niña es la que les descubre el pastel. En cuanto se reúnen padre, madre y niño, el padre intenta sonsacarle a su hijo de qué manera le acosan y después de un interrogatorio del que no sacan nada en claro, el niño rompe a llorar en silencio, y tras unas cuantas preguntas más, el padre, a modo de consuelo, dice:
-Hoy iremos a comer una hamburguesa tú y yo-anunció de repente el padre-. Hoy te saltas la dieta.
Ya véis, el padre aprendió en algún momento a enfrentarse a situaciones de malestar, de desasosiego, recurriendo a la comida y así se lo traslada a su hijo. Es su forma de consolarle. Es su manera de intentar hacer desaparecer el malestar del niño ofreciéndole un tipo de comida que se supone que no le dejan comer en situación «normal», cuando todo va bien.
Ante una situación de malestar, no hambre, si recurrimos a la comida, estamos relacionando disgusto-comida (reflejo condicionado). Escribí sobre ello en el artículo «Comer sin hambre» que podéis leer pinchando aquí. También lo vemos muchas veces en las películas cuando se refugian en el bote de litro de helado ante la tele. Pero, ¿y si el padre en vez de proponerle ir a comer una hamburguesa le hubiera propuesto jugar al parchís o ir al parque y jugar con una pelota? Le estaría haciendo un favor para el resto de su vida, en la que, como todos, en ocasiones nos vamos a encontrar en situaciones que no son de nuestro agrado. Y que pueden favorecer un círculo vicioso: me siento mal-como-me siento peor-como…
Y después de la frase inicial, sigue así:
-Jordi, que haya pasado esto no quiere decir que…-empezó la madre-. Y de todas maneras no tenéis por qué ir solos. Yo también formo parte de la familia.
Su marido la miró. Con los ojos le decía:»¿Tú también quieres comer una hamburguesa?». Con el desprecio del que no se siente capaz de renunciar a comer y vive junto a alguien que sí es capaz, que cuenta las rebanadas de pan, que aparta las salsas, que se tapa la boca con la servilleta y dice: «Huy qué harta estoy, no puedo más». El profesor Torralba la odiaba cuando la veía hacerlo. (La odiaba una vez los días laborables y tres veces los festivos.)
A veces fastidia ver cómo la persona que tenemos al lado es capaz de hacer algo que a tí te gustaría pero que no consigues hacerlo y te da una rabia tremenda. En este caso es la mujer, pero puede ser un amigo, un cuñado…Y como aquí hay confianza, el marido reacciona echándole dardos a través de la mirada.
A mí como médico nutricionista me han tocado estos 2 aspectos, pero las apenas 11 páginas (y con letra tirando a grande) del relato titulado «Bullying» tienen mucha más miga. El libro en el que está incluido se titula «Todo esto lo hago porque tengo mucho miedo» de la escritora Empar Moliner.
Hay que ver qué miga (y nunca mejor dicho) le has sacado a un relato tan corto. Cuando leí las cosas que hacía la mujer, me acordé de ti, en efecto. Pero no se me habrían ocurrido los análisis que haces tú acerca de la personalidad y de cómo abusamos del poder reconfortante de la comida. Viendo la hamburguesa de la foto, la verdad, no me extraña que el niño tuviera sobrepeso…
La hamburguesa de la foto es aportación mía. Lo malo no es la hamburguesa(la carne) sino tooodo lo demás: el bollo, la salsa, las patatas el refresco… y ¡el tamaño!
Por cierto; ahora que lo pienso, hay más relatos con la comida como personaje importante.
Cada uno por separado es tan intenso que no me los he leído todos.
¡Ah, vaya! Lástima…