¡Hasta otra, torrijas! ¡Hola de nuevo, mi GPS!

¡Hasta otra, torrijas!

Torrijas de mi madre, pestiños de mi suegra, chorizos del pueblo, cannelés de Burdeos o cañitas de diario… ¡hasta otra!

Ya está.

Acabamos de dejar atrás otro obstáculo, ¡ooootro más!, en nuestro itinerario hasta el objetivo. Un desvío en la ruta.

Un desvío disfrutado, ¿no?

Si se te ha pasado por la cabeza la idea de «compensar»… lo que todos entendemos perfectamente cuando hablamos de compensar (comer poco, no cenar…), permíteme decirte que ese «castigo» no suele tener los resultados esperados. (Te invito a que leas el artículo que te dejo abajo en el que escribí sobre este tema).

El planteamiento adecuado no es «compensar»

Sabiendo que eso de «compensar» no es muy adecuado, te sugiero este otro planteamiento:

Si en vez de ir por el camino marcado me he desviado un poco, vuelvo a poner el GPS, reviso otra vez mi hoja de ruta para volver a la ruta principal y continúo el camino hacia mi destino/objetivo.

Mira qué bien lo explica esta persona:

Me tomo las vacaciones como un viaje en descapotable: en vez de ir por el camino directo, el más rápido según el GPS, por el que voy día a día sin descapotar, voy disfrutando del paisaje de la ruta larga y llena de curvas; a otro ritmo. Luego ya llega la rutina de diario y vuelta a la normalidad, sin desvíos.

¡Hasta la próxima descapotable! ¡Hola de nuevo, mi ruta habitual!

Todos los caminos, no solo el de la dieta, tienen sus obstáculos.

Y ante los obstáculos, lo importante no es tanto la caída sino la capacidad para levantarte y seguir.