¡Me siento gorda! ¡ Me siento gordo!

¡Me siento gorrrrda! ¡ Me siento gorrrrdo! Sí, sí, arrastrando la «r».

Supongo que sabéis perfectamente de la sensación de la que hablo, porque en mayor o menor medida muchos la hemos sentido alguna vez, independientemente del peso. Lo mismo que hay días en los que tenemos la sensación de guapo subido, pues también existen esos días en los que parece como si el cuerpo estuviera sobredimensionado, de sentirse gordo: por haber comido en exceso, por el calor, por estreñimiento, o sin ningún motivo aparente.

Es la intensidad y la frecuencia de esa sensación lo que hace que algunos no le den mucha importancia y otros lo vivan como un tormento.

«Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera…», «Con su tín, tín, tín, con su tan, tan, tan, la vaquita de Martín…» o «Ramonaaaa, te quierooo…» son algunas de las canciones que en esos días resuenan insistentemente en la cabeza de algunos. Otros, sin embargo, no paran de repetirse constantemente calificativos como: vaca, vacaburra, cachalote, marsupial, manatí, bola  de sebo…

Pues bien, una persona que se siente gorda no necesariamente está gorda en el sentido de sobrepeso. A veces cuando la gente con peso de más os sentís mal con vuestro cuerpo, creéis que «los delgados» están encantados con el suyo, pero ya véis, no siempre es así.

Si os fijáis en la vaca de la foto, tiene su atractivo, al menos para mí. Es una raza escocesa. ¡Qué guapa! dije en cuanto la vi por primera vez. Pero seguro que a otro le gusta más otra raza de vaca, o le gustan más las ovejas o los caballos, pero ¿es una gacela más bonita que una vaca? Según para quién.

En esos días de sensación de gordo, ¿a lo mejor ayuda a sentirnos mejor pensar en la vaca guapa en lugar de en la vaca burra, manatí y demás?

Las sensaciones, sensaciones son. Centrémonos en los buenos hábitos de vida.