Me he dejado (I)
Me he dejado.
Desde que recuerdo he tenido que cuidar lo que comía. Si me pasaba un poco y cogía un par de kilos, enseguida me volvía a poner las pilas y sin problema. Convivía bien con ello.
He llevado siempre una vida muy activa y ocupada. Trabajo, hijos, ocio, gimnasio… Tenía un equilibrio, o bueno, pensaba que lo tenía, porque ahora que he tenido tiempo para pensar creo que más que equilibrio era mi visión de la vida. Tenía que ser perfecta, y la mía casi lo era. Buen trabajo, buen marido, hijos cumplidores, círculo social, planes por aquí, planes por allá, buen físico…
Hasta que hace 3 años, cuando mi hijo pequeño se fue fuera a estudiar, se rompió mi armonía, me desmoroné. La vida que yo me había empeñado en que fuera perfecta, dejó de tener el mismo sentido. Ahora que disponía de todo el tiempo del mundo para mí, no me apetecía mucho salir, dejé de ir al gimnasio, estaba más a gusto en casa y me relajé con la comida. Me permití comer sin reparar en que los dos kilitos arriba y abajo con los que había aprendido a convivir, se iban convirtiendo en tres, cuatro, cinco…al principio asusta que los pantalones aprieten un poco, pero poco a poco dejas de mirarte al espejo, no te arreglas más que lo justo, aseo, ropa limpia… Mi «vida perfecta» ya no lo era y me dejé.
Tú no me conoces y puedes pensar que soy una exagerada (soy consciente de que no tengo mal aspecto), pero antes siempre iba con las uñas impecables, pintadas de rojo o rosa según la estación o la ropa, pero como requieren muchos cuidados ahora el esmalte que llevo es transparente (no se notan tanto los desconchones), todos los día me cambiaba de ropa y de complementos. Ahora, igual estoy toda una semana con el mismo bolso…
Menos mal que mi trabajo me gusta y me absorbe mucho tiempo, creo que ha sido mi tabla de salvación.
Tampoco es que me haya puesto a comer de todo y a todas horas, simplemente no me he cuidado como solía. No me he privado de nada, absoutamente de nada. Creo que ha sido como una vía de escape, una especie de terapia.
La vida, en general me ha tratado bien. Y de repente, se hizo el vacío.
Pero ahora, tengo una agradable sensación de paz. A pesar de todo tengo una mayor sensación de ganancia que de pérdida.
Pero ya no son 2 los kilos con los que tengo que lidiar, y no sé cómo hacerlo.
Ahora me siento recolocada y creo que es el momento de ponerme a dieta para adelgazar.
Y mientras me estoy escuchando contándote todo esto, me pregunto si no será la crisis de los 50 que se ha anticipado, porque la menopausia todavía no.
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[…] lo que transmite la persona del artículo de la semana pasada, Me he dejado (I). Después de que “su mundo” recibiera una gran sacudida, ha podido recomponerse. El […]
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