Comer sin hambre
¿Por qué a veces comemos si no tenemos hambre? ¿Hemos aprendido a comer como respuesta a otro estímulo que no sea el hambre?
Como introducción os hablaré de Pavlov. Iván Petróvich Pávlov fue un médico ruso que recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1904 por sus investigaciones del aparato digestivo y el estudio de los jugos gástricos. Sus especialidades eran la fisiología intestinal y el funcionamiento del sistema circulatorio, pero lo más importante es que entendía que el organismo es un todo y no se pueden aislar las partes sino que funcionan en su integridad.
Es decir, sabemos cómo funciona el sistema digestivo, el circulatorio, el respiratorio, el endocrino, etc. pero no funciona cada uno por separado sino que lo que afecta a uno puede acabar afectando a otro: todos están relacionados entre sí.
Pavlov, como buen científico que era, era muy observador. Se dio cuenta de que cuando a un perro se le acerca comida, empieza a salivar pero también empieza a salivar ante la mera presencia de la persona que habitualmente le trae la comida aunque no se la traiga (se supone que hay una persona que únicamente se encarga de traerle la comida al perro). La observación de este hecho le llevó a diseñar un experimento con el que demostró que se pueden aprender unas respuestas frente a determinados estímulos y le llamó reflejo condicionado. Este experimento fue seguido de otros más complejos y han sido muy importantes para estudiar el comportamiento humano.
EXPERIMENTO: (ver dibujo)
Antes del condicionamiento:
- Si a un perro se le ofrece comida: el perro saliva.
- Un perro ante un sonido (diapasón, campana) no saliva.
Durante el condicionamiento:
3. Se presenta la comida a la vez que el sonido repetidas veces: Salivación
Después del condicionamiento:
4. Se le presenta el sonido sin comida: Salivación
A raíz de este experimento vemos cómo el perro ha aprendido a salivar sólo con el sonido aunque no venga la comida. Este es el reflejo condicionado de Pavlov: es una respuesta aprendida ante la repetición de un determinado estímulo. En experimentos posteriores también pudo revertir las respuestas aprendidas.
Y este condicionamiento no sólo se da en perros sino también en humanos, aunque por supuesto de una manera algo más compleja.
Al principio del artículo dejaba abierta la pregunta ¿Por qué a veces comemos si no tenemos hambre? ¿Hemos aprendido a comer como respuesta a otro estímulo que no sea el hambre? (como el sonido en el caso del experimento con el perro). ¿A lo mejor en un momento triste he comido algo que me ha hecho sentir mejor? ¿O en un momento de rabia? ¿Relaciono el comer un dulce con algún estado emocional? Rabia, aburrimiento, soledad, disgusto… ¿Será un comportamiento aprendido? ¿Como la salivación del perro ante la mera presencia de la persona que habitualmente le trae la comida?
¿Se podrá revertir? Es una posibilidad que está ahí, a tener en cuenta, que se está investigando y parece que con resultados prometedores.
Muy interesante. Somos más emocionales de lo que nos gusta pensar. Es verdad, muchas veces elegimos determinado alimento porque nos hace sentir mejor, por ejemplo si estamos tristes, nerviosos o preocupados. Eso me parece fascinante, que un alimento pueda servir como medicina y no sólo como nutriente.
Y como cualquier medicina, puede tener efectos adversos…